jueves, 7 de mayo de 2009

Otra Metáfora

Caminaba por la vida con tranquilidad, sin pena, ni gloria. Iluminado por la luz del sol, avanzaba por un camino poco peligroso. No tenía curvas pronunciadas, ni riesgos mayores. Solo una línea recta claramente demarcada y simple de recorrer.

Aparece de repente una luz potente, más brillante que la de ese sol que me iluminaba todos los días. Una fuerza sin igual invadía todo mi cuerpo al mirarla y al estar cerca de ella el mundo era distinto. Fue como una droga que cambió toda mi percepción de realidad e hizo que ese transitar por la vida fuera algo aún más gozoso.

Pero la luz rápidamente viró y se fue por un camino pedregoso y empinado, donde caía la lluvia y el viento soplaba fuerte. Sin dudarlo por un segundo seguí el resplandor. No me importó que tuviera que pasar por ese camino tan horrendo, la luz lo era todo y el hecho de que me hiciera sentir mejor que nunca, me hizo perseguirla con ahínco.

La gente que va por el camino fácil no entiende mi razonamiento. Pase de avanzar por un camino seguro y tranquilo a un sendero escarpado y duro de llevar. Lo que ellos jamás entenderán es el poder de la luz, tan fuerte que lo hace a uno tomar la alternativa más difícil y no arrepentirse de hacerlo.

Felizmente seguí a la luz por el camino feo y todo iba bien, ya que recibía el brillo constante del que me había vuelto adicto. Sin embargo un día de tantos, la luz entró a un túnel oscuro y yo obviamente la seguí. En ese túnel la luz se alejó de mí. Cada vez veía como se iba más lejos y recibía menos de su energía. La gente me grita desde afuera que vuelva, que desista, que la deje ir. Pero ya es tarde para mí. La luz es todo lo que quiero y no puedo parar de seguirla aunque a cada instante la vea más lejana.

Amenaza con apagarse y no hay nada que yo pueda hacer en este momento. Me invade un sentimiento de impotencia al ver que se escapa de mis manos. Todo se empieza a desvanecer. Lo que alguna vez daba por sentado ahora es dudoso. Lo que alegraba mi corazón ahora lo agobia. La luz que siempre he perseguido y veo ahora al final del túnel, es cada vez más tenue y temo que se apague y me deje sin rumbo en la oscuridad.

Juro que corro tan rápido como puedo hacia el resplandor. Sé que si llego allí puedo avivar el fuego y hacer que la luz vuelva a cubrirme. Toda esa fuerza que alguna vez me lleno de una energía vital volvería con su brillo, dejaría de resentir su ausencia y lograría satisfacer mi adicción.

¿Debería desistir? ¿Dar media vuelta y regresar? Eso no va a pasar. Lo único que quiero es sentir su poder de nuevo y eso es ahora lo que me mueve, el combustible que me ayuda a seguir. Estoy cansado sí, pero determinado también. Y así sigo, corriendo en un túnel oscuro, mientras sigo una luz que muere lentamente, mientras espero llegar antes de que eso suceda y al tocarla hacer que brille más que nunca y así experimentar su poder de nuevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario